Diferencias entre actitud y aptitud
Tener éxito en la vida depende de muchos factores. Algunos de ellos está implícitos en la crianza y, otros, son desarrollados a lo largo de la vida adulta. No todas las personas, lamentablemente pueden reconocer estos elementos y, por ello, son solo algunos los que pueden decir que han conseguido una vida feliz, llena de éxitos y buenos momentos. Una de las necesidades que tenemos como individuos, requerimientos psicológicos, emocionales y meramente cognitivos, es reconocer las diferencias entre actitud y aptitud. Dos palabras que se asemejan mucho, pero que cobran sentido en ámbitos distintos, aunque no tan distantes.
¿Por qué es importante diferenciar actitud de aptitud?
Diferenciar entre actitud y aptitud es mucho más importante que un mero matiz técnico a la hora de designar estas cualidades, conocer sus diferencias resulta importante para lograr un desarrollo integral de nuestra personalidad. Porque, crecer, ir a la escuela, graduarnos y conseguir un buen empleo no es suficiente. Debes saber que las experiencias de tu vida, aquellas que vives junto a tus seres queridos, amigos y familiares, incluso aquellas que logras tener en ambientes extraños, fuera del hogar o los espacios que te son comunes, con personas desconocidas; vienen a formar una especie de cobertura sobre las estructuras de tu personalidad: tu identidad, tus pasiones y aficiones, gustos e intereses y, a fortalecer, en definitiva, tus bases, tu esencia. Esto determinará hasta donde abarca la aptitud y donde tiene un papel más importante la actitud. Vamos a ver algunos ejemplos.
¿En qué punto entran en escena la actitud y la aptitud?
Dichas experiencias de vida, que forman nuestro carácter y esas cualidades de nuestro ser, como la identidad y otras, nos proporcionan ciertos valores, entre ellos se destacan:
- La autenticidad.
- La seguridad.
- La eficacia.
- La voluntad.
- La proactividad.
- La diligencia.
- La amabilidad.
- El sentido del humor.
No son solo estos; son muchísimos los valores que se inyectan en nosotros a lo largo de nuestra vida. Es así como podemos hablar de la actitud y aptitud.
¿Has conocido alguna vez una de esas personas que tienen siempre una respuesta negativa ante las cosas? De los individuos con los que nos relacionamos, que conocemos o, con quienes nos vinculamos por efímeros intereses en común, muchos no han vivido las experiencias necesarias para formar una correcta actitud.
La actitud es esa respuesta que das a las situaciones que se te presentan, aquellas que debes afrontar en tu día a día y, que, pueden ser amigables u hostiles ¿Cómo las asumimos?: Llegar tarde a un nuevo trabajo, olvidar las llaves dentro del vehículo o, que mamá llame muchas veces al celular para hacer preguntas de tecnología que, quizá, nos parecen obvias pero que, ella, no logra descifrar por su nivel educativo o su avanzada edad. Las situaciones cotidianas, que se nos presentan irremediablemente, están cargadas de un gran sentido vital y de muchas enseñanzas. Es necesaria la asimilación de una serie de valores para tener una buena actitud. Entre ellos se encuentran:
Valores que representan una buena actitud
- La tolerancia.
- El respeto.
- La valentía.
- La paciencia.
- El optimismo.
Asumir la vida con estos valores positivos será clave para alcanzar una de las más preciadas metas: la felicidad. Este sentimiento, estar feliz, puede considerarse un éxito en sí mismo y es, sin espacio para dudas, una de las llaves para avanzar hacia metas grandes y significativas.
Una buena autoestima, esa cualidad por la cual nos reconocemos como persona dignas de amor y aceptación, se forma en la medida que estos principios se van arraigando en nuestra personalidad y es, por último, el secreto de una buena actitud.
Además, estos valores construyen en nosotros, también, una inquebrantable característica, la aptitud. ¿Te consideras apto?
Las experiencias dan el conocimiento que no se puede cuantificar, un elemento invaluable y, ese saber, a través de lo experimentado, es lo que nos hace aptos para afrontar los desafíos que la vida nos impone día a día:
- El trabajo.
- Un nuevo curso académico.
- Una nueva tarea laboral.
- Una nueva práctica.
- Un gran proyecto.
Todo puede asumirse con excelencia y eficacia si ha logrado forjarse en nosotros la aptitud, la capacidad para asumir tareas. Todo con base en el conocimiento y la correcta interpretación de lo se nos encomienda. Especialmente, aquellas cosas que vienen implícitas en el vivir y que no podemos controlar.
La aptitud es la capacidad de asumir lo que nos toca y, la actitud, es forma en que lo asumimos, positiva o negativamente. ¿Qué estás haciendo para formar una buena actitud? ¿Qué experiencias te fortalecen hoy para ser apto mañana?